Para escribir hace falta una voluntad sobrehumana, y yo
no soy más que un hombre. [...] ¿Sabes cuántas páginas habré hecho de aquí a
ocho días, desde que volví de París? Veinte, veinte páginas en un mes y
trabajando cada día lo menos siete horas.
...
Desde que me viste he hecho veinticinco páginas en limpio
(veinticinco páginas en seis semanas); han sido duras de pelar; mañana se las
leeré a Bouilhet. Por mi parte, tanto las he trabajado, copiado y vuelto a
copiar, cambiado, manipulado, que por un momento no veo nada; pero creo que se
sostienen. [...] Amo mi trabajo con un amor frenético y perverso, como un
asceta ama el cilicio que le araña el vientre. A veces, cuando me siento vacío,
cuando la expresión se me niega, cuando, después de emborronar largas páginas,
descubro que no he hecho una frase, me derrumbo sobre el sofá y allí me quedo
embrutecido, en un charco interior de aburrimiento.
...
La noche del domingo me coge en una página que me ha
llevado todo el día y que está lejos de estar terminada. La dejo para
escribirte, y por otra parte me llevaría quizá hasta mañana por la noche, pues
como muchas veces paso varias horas buscando una palabra y tengo que buscar
varias, pudiera ser que tuvieras que esperar toda la semana próxima si esperara
al final. [...] Si supieras lo que tacho y qué lío son mis manuscritos. Tengo
hechas ciento veinte páginas y he escrito lo menos quinientas.
...
Llevo siete días en estas correciones, tengo los nervios
de punta, me apresuro y habría que hacer esto lentamente; descubrir en todas
las frases palabras que cambiar, consonancias que eliminar, etc., es un trabajo
árido, largo y, en el fondo, muy humillante.
...
¡Por fin ya estoy un poco tranquilo! He emborronado diez
páginas de las que resultan dos y media; he preparado otras pocas. [...] Yo no
sé lo que será de mi Bovary, pero creo que no habrá en ella ni una
frase floja. Esto es ya mucho; el genio lo da Dios, pero el talento es cosa
nuestra; [...] La corrección (entendida en el más alto sentido de la palabra)
actúa en el pensamiento como el agua de la Estigia en el cuerpo de Aquiles: lo
hace invulnerable e indestructible.
...
Desde ayer a las seis de la tarde hasta ahora, acabo de
copiar setenta y siete páginas seguidas que no hacen más que cincuenta y tres,
es embrutecedor. [...] Cuántas repeticiones de palabras acabo de sorprender,
cuántos todo, pero, pues, sin embargo; esto es lo diabólico de la prosa,
que nunca queda terminada.
...
Acabo de poner en limpio todo lo que he hecho desde
primero de año, o mejor dicho desde mediados de febrero, porque al volver de
París lo quemé todo: esto hace trece páginas, ni más ni menos, trece páginas en
siete semanas. En fin, hechas están, creo, y todo lo perfectas que me es
posible. Ya no me falta más que dos o tres repeticiones de la misma palabra que
quitar y dos cortes demasiado parecidos que romper.
...
Voy muy despacio. Me cuesta un trabajo de mil demonios. A
veces suprimo, al cabo de cinco o seis páginas, frases que me han costado días
enteros. Me es imposible ver el efecto de ninguna antes de que esté terminada,
rematada, limada.
...
Las correcciones de la Bovary han acabado de
matarme, y confieso que casi me pesa haberlas hecho.
(extractado de Gustave Flaubert, Madame Bovary,
trad. de Consuelo Berges,
Madrid, Alianza, 1981.)
Sin pretender ponerme a la altura del ami Gustave, cuán creíble lo que cuenta acá. Hermoso extracto. Gracias, Pablo.
ResponderEliminarAbrazo
¡Cómo me gusta esa novela!
ResponderEliminarAna, Avizor, muchas gracias por sus comentarios. Disculpen la tardanza en publicarlos, es que van a moderación y no siempre vemos el aviso enseguida. ¡Gracias!
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