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domingo, 5 de mayo de 2013

Tarifas de corrección


Un excelente sitio para consultar y debatir sobre cuánto cobrar los distintos tipos de corrección. (La disparidad es notable.) 
Sería bueno que todos aportáramos con información actualizada.

Ir al sitio.



Defiende tus tarifas

De interés para correctores, editores, traductores y otros profesionales que también corrigen o contratan a correctores.

Aquí podrás encontrar una orientación para saber cómo calcular el coste de un encargo de corrección.
Ya contamos con las referencias de las tarifas usadas en España, Argentina, México, Uruguay y EE.UU.

Si quieres enviar tu propuesta de tarifas, envíalas a 

lunes, 22 de octubre de 2012

Servicio de redacción de blogs, páginas de FB y Twitter

Edilandia ofrece la posibilidad de armarte o sostener sitios como blogs y portales, y vincularlos con páginas de FB y Twitter. 

Ofrecemos este servicio porque estamos seguros de que buenos artículos, bien redactados, y vinculados diariamente y con cotidiana presencia, permite instalarse mejor posicionado cualitativa y cuantitativamente.

Esto significa  redactar artículos, corregir lo ya publicado o lo elaborado, y sostener cada día que el blog o página se promueva, usando todos las vías de comunicación de que permiten hacer uso las redes.

Sólo hay que ponerse en contacto con este blog, por medio de correo electrónico, y te decimos cómo hacer.

Esperamos tu respuesta. Nosotros también trabajamos así para nuestros propios emprendimientos.

Charlemos...


domingo, 29 de julio de 2012

Tesis y monografías: Planificación, redacción y corrección

La elaboración de una monografía, una tesis o una tesina implica el dominio del texto expositivo, la habilidad  para planificar su desarrollo, conocimientos de gramática y ortografía para estar seguros durante la redacción y aplicar las normas de diseño para la presentación.


Sabemos que existen diferencias entre un tipo y otro de texto; pero los procesos de su producción son similares. 


Además de los conocimientos y experiencias que en este blog podamos compartir, hemos pensado en realizar talleres u ofrecer la posibilidad de una orientación individual para realizar el plan, redactar o bien corregir el texto final de monografías, tesinas y tesis. 


Para ello, les sugerimos se comuniquen con nosotros. A continuación, nuestros objetivos.





Guía para la elaboración de 
monografías, tesinas y tesis
(talleres u orientación individual)

- Redacción del plan general.

- Redacción de la monografía, la tesina o la tesis.

- Corrección de monografías, tesinas o tesis ya redactadas 
para ajustar estilo y ortografía.

A cargo de Silvia Tombesi y Pablo Valle (autor de Guía para preparar monografíasCómo corregir sin ofender).
Referencia: Dr. Ezequiel Ander Egg. 

Contacto
* silvia.tombesi@fibertel.com.ar;
* silvine.tombesi@gmail.com 
* pvalle@fibertel.com.ar


viernes, 25 de mayo de 2012

Martínez de Sousa sobre traducción (video)

"El mundo de la corrección en el proceso de traducción"

Vídeo  |  Castellano  (93' 58'')  | Visto: 4147 veces


D. José Martínez de Sousa
Bibliólogo, ortotipógrafo y lexicógrafo


domingo, 6 de mayo de 2012

Flaubert, corrigiendo Madame Bovary


Para escribir hace falta una voluntad sobrehumana, y yo no soy más que un hombre. [...] ¿Sabes cuántas páginas habré hecho de aquí a ocho días, desde que volví de París? Veinte, veinte páginas en un mes y trabajando cada día lo menos siete horas.
...
Desde que me viste he hecho veinticinco páginas en limpio (veinticinco páginas en seis semanas); han sido duras de pelar; mañana se las leeré a Bouilhet. Por mi parte, tanto las he trabajado, copiado y vuelto a copiar, cambiado, manipulado, que por un momento no veo nada; pero creo que se sostienen. [...] Amo mi trabajo con un amor frenético y perverso, como un asceta ama el cilicio que le araña el vientre. A veces, cuando me siento vacío, cuando la expresión se me niega, cuando, después de emborronar largas páginas, descubro que no he hecho una frase, me derrumbo sobre el sofá y allí me quedo embrutecido, en un charco interior de aburrimiento.
...
La noche del domingo me coge en una página que me ha llevado todo el día y que está lejos de estar terminada. La dejo para escribirte, y por otra parte me llevaría quizá hasta mañana por la noche, pues como muchas veces paso varias horas buscando una palabra y tengo que buscar varias, pudiera ser que tuvieras que esperar toda la semana próxima si esperara al final. [...] Si supieras lo que tacho y qué lío son mis manuscritos. Tengo hechas ciento veinte páginas y he escrito lo menos quinientas.
...
Llevo siete días en estas correciones, tengo los nervios de punta, me apresuro y habría que hacer esto lentamente; descubrir en todas las frases palabras que cambiar, consonancias que eliminar, etc., es un trabajo árido, largo y, en el fondo, muy humillante.
...
¡Por fin ya estoy un poco tranquilo! He emborronado diez páginas de las que resultan dos y media; he preparado otras pocas. [...] Yo no sé lo que será de mi Bovary, pero creo que no habrá en ella ni una frase floja. Esto es ya mucho; el genio lo da Dios, pero el talento es cosa nuestra; [...] La corrección (entendida en el más alto sentido de la palabra) actúa en el pensamiento como el agua de la Estigia en el cuerpo de Aquiles: lo hace invulnerable e indestructible.
...
Desde ayer a las seis de la tarde hasta ahora, acabo de copiar setenta y siete páginas seguidas que no hacen más que cincuenta y tres, es embrutecedor. [...] Cuántas repeticiones de palabras acabo de sorprender, cuántos todo, pero, pues, sin embargo; esto es lo diabólico de la prosa, que nunca queda terminada.
...
Acabo de poner en limpio todo lo que he hecho desde primero de año, o mejor dicho desde mediados de febrero, porque al volver de París lo quemé todo: esto hace trece páginas, ni más ni menos, trece páginas en siete semanas. En fin, hechas están, creo, y todo lo perfectas que me es posible. Ya no me falta más que dos o tres repeticiones de la misma palabra que quitar y dos cortes demasiado parecidos que romper.
...
Voy muy despacio. Me cuesta un trabajo de mil demonios. A veces suprimo, al cabo de cinco o seis páginas, frases que me han costado días enteros. Me es imposible ver el efecto de ninguna antes de que esté terminada, rematada, limada.
...
Las correcciones de la Bovary han acabado de matarme, y confieso que casi me pesa haberlas hecho.


(extractado de Gustave Flaubert, Madame Bovary,
trad. de Consuelo Berges, Madrid, Alianza, 1981.)


martes, 24 de abril de 2012

Saramago y el corrector


Dijo el corrector, Sí, el nombre de este signo es deleátur, se usa cuando necesitamos quitar algo o hacerlo desaparecer, la misma palabra lo dice, y tanto vale para letras sueltas como para palabras completas. Me recuerda una serpiente que se hubiera arrepentido en el momento de morderse la cola.[...] Los autores viven en las alturas, no malgastan su precioso saber en displicencias e insignificancias, letras heridas, cambiadas, invertidas, que así clasificábamos sus defectos en los tiempos de la composición manual, diferencia y defecto, entonces, era todo uno.
Confieso que mis deleátures son menos rigurosos, un rasgo me basta, confío en la sagacidad de los tipógrafos, esa tribu colateral de la edípica y celebrada familia de los farmacéuticos, capaces incluso de descifrar lo que ni siquiera llegó a escribirse, Y que vengan luego los correctores a resolver los problemas, Sois nuestros ángeles guardianes, en vos nos confiamos...
...
... lo que parece demostrado es que, en lo más secreto de nuestras almas secretas, nosotros, los correctores, somos voluptuosos.
...
Ciertos autores del pasado, de juzgarlos por su criterio, serían gente de esa especie, correctores magníficos, estoy acordándome de las pruebas revisadas por Balzac, un deslumbre pirotécnico de correcciones y añadidos. Lo mismo hacía nuestro doméstico Eça de Queiroz, para que no quede sin mención un ejemplo patrio, Se me ocurre ahora que tanto Eça como Balzac se sentirían hoy los más felices de los hombres ante un ordenador, interpolando, transponiendo, recorriendo líneas, cambiando capítulos, Y nosotros, lectores, nunca sabríamos por qué caminos habían andado y se habían perdido antes de alcanzar la forma definitiva, si es que tal cosa existe...
Piense usted en la vida cotidiana de los correctores, piense en la tragedia de tener que leer una vez, dos, tres, cuatro o cinco veces, libros que, Probablemente no merecerían ni una sola lectura, Que conste que no he sido yo quien ha proferido tan graves palabras, sé muy bien cuál es mi lugar en la sociedad de las letras, voluptuoso, sí, pero también respetuoso, [...] en fin, sólo el corrector aprendió que su trabajo de corregir es el único que nunca se acabará en el mundo.
Le recuerdo que los correctores son gente sobria, han visto ya mucha literatura y vida.
… El corrector tiene ese notable talento de desdoblarse, traza un deleátur o introduce una coma indiscutible, y, al mismo tiempo, aceptemos el neologismo, se heteronomiza, es capaz de seguir el camino sugerido por una imagen, una comparación, una metáfora, no es raro que el simple sonido de una palabra repetida en voz baja lo lleve, por asociación, a organizar polifónicos edificios verbales que convierten su pequeño escritorio en un espacio multiplicado por sí mismo, aunque sea muy difícil explicar, en vulgar, qué quiere decir tal cosa.
Y este oficio, hora es ya de decirlo, se incluye entre los peor pagados del orbe.
... y, por encima de todo, primer mandamiento del decálogo del corrector que aspire a la santidad, siempre se debe evitar a los autores el peso de las vejaciones.
Las correcciones hechas de prisa siempre traen erratas.
... tenía mucha razón aquel autor que preguntó un día, Cómo sería la piel de Julieta para los ojos de un halcón, ahora bien, el corrector, en su agudísima tarea, es precisamente el halcón, aunque vaya teniendo ya la vista cansada, pero al llegar la hora de la lectura final, es como Romeo cuando miró por primera vez a Julieta, inocente, traspasado de amor.
Mientras tanto, le exige la conciencia profesional que, al menos, vaya recorriendo lentamente las páginas, los ojos expertos vagando sobre las palabras, confiado en que, variando así el nivel de la atención, cualquier yerro de menor alzada se dejaría sorprender, como sombra que el movimiento del foco luminoso desplazó súbitamente, o aquel conocido vistazo lateral que capta, en el último instante, una imagen en fuga.
... un corrector es una persona seria en su trabajo, no juega, no es un prestidigitador, respeta lo que está establecido en gramáticas y prontuarios, se guía por las reglas y no las modifica, obedece a un código deontológico no escrito pero imperioso, es un conservador obligado por las conveniencias a esconder sus voluptuosidades, dudas, si alguna vez las tiene, las guarda para sí, mucho menos pondrá un no donde el autor escribió un sí, este corrector no lo hará.
Se sabe, por ejemplo, que el corrector de Nietzsche, siendo fervoroso creyente, resistió a la tentación de introducir, también él, la palabra No en una página determinada, transformando en Dios no ha muerto el Dios ha muerto del filósofo.
...
… Si los autores siempre sufren así, pobrecillos, y halló algún contento en no ser más que corrector de pruebas.

(Historia del cerco de Lisboa,
trad. de Basilio Losada, Barcelona, Seix Barral, 1990.)



lunes, 23 de abril de 2012

Henry Miller y el corrector


—Es difícil corregir las pruebas cuando uno se cae de sueño —me dice—. Mi mujer cree que he conseguido una ganga. ¿Qué haríamos si perdiéramos tu empleo?, dice ella.
Toda clase de recuerdos divertidos venían a nuestras mentes; los puntos y comas que él vigilaba y por lo que lo volvían loco. Le hacían la vida desgraciada con sus malditos puntos y comas y los complementos gramaticales en los que siempre se equivocaba. Hasta lo estuvieron por despedir un día porque vino a trabajar con el aliento alcoholizado. Lo despreciaban porque siempre parecía tan miserable, y porque tenía eczema y caspa. Para ellos no era más que un don nadie, pero ahora que había muerto, todos irían a cotizarse espléndidamente, y le comprarían una corona enorme, harían imprimir su nombre en gruesos caracteres en la columna de defunciones.
Un buen corrector de pruebas no tiene ambiciones, ni orgullo ni mal humor. Un buen corrector de pruebas es un poco como Dios Todopoderoso: está en el mundo pero no participa de él. [...] La mayor calamidad para un corrector es la amenaza de perder su trabajo. [...] En este mundo "gráfico" la única cosa de importancia es la ortografía y la puntuación. No interesa cuál sea la naturaleza de la calamidad, sino que esté escrita correctamente. [...] Nada escapa al ojo del corrector, pero nada penetra a través de su chaleco a prueba de bala.          
Estas catástrofes cuyas pruebas corrijo tienen un maravilloso efecto terapéutico en mí. [...] El mundo puede estallar; yo estaré aquí lo mismo, para poner una coma o un punto y coma. [...] Cuando el mundo estalle y la edición final esté en prensa, los correctores de pruebas recogeremos tranquilamente todas las comas, los puntos y comas, los guiones, los asteriscos, los paréntesis, los puntos, signos de exclamación, etc., y los pondremos en una pequeña caja en el sillón del editor.

(Trópico de Cáncer, trad. de Mario Guillermo Iglesias,
Buenos Aires, Santiago Rueda Editor, 1972.)



sábado, 21 de abril de 2012

Asimov y el robot corrector


Un libro va tomando forma en manos del escritor. Uno ve cómo los capítulos crecen y se desarrollan. Se debe trabajar y recrear, y observar cómo los cambios tienen lugar más allá incluso del concepto de original. Uno toma entre las manos las galeradas y ve cómo se ven las frases una vez impresas, y luego se las moldea de nuevo. Existen centenares de contactos entre un hombre y su trabajo en cada una de las fases del juego y el mismo contacto es placentero y paga con creces a un hombre por el trabajo que dedica a su creación, algo que es superior a cualquier otra cosa. Y su robot nos ha robado todo eso. [...] Las máquinas de escribir y las de imprimir quitan algo pero su robot es el que nos priva de todo. Sus robots se han apoderado de las galeradas. Muy pronto ellos, u otros robots, se apoderarán también de la escritura original, de la búsqueda de las fuentes, de comprobar y recomprobar los distintos pasajes, tal vez incluso de realizar las deducciones para las conclusiones. ¿Y qué le quedará entonces al erudito? Sólo una cosa: las estériles decisiones relativas a las órdenes que habrá que dar al robot siguiente... Quiero salvar a las futuras generaciones de estudiosos de un final tan diabólico.


(“Galley Slave”, 1941, recopilado en Visiones de robot,
trad. de Lorenzo Cortina, Barcelona, Plaza & Janés, 1993)



viernes, 20 de abril de 2012

Chandler y los correctores / 3


Pasando a las erratas, creo que la jerga que yo escribo es un tanto ardua para los correctores de pruebas ingleses y que algunas cosas mías son deliberadamente cambiadas por algún tipógrafo o corrector de pruebas del impresor, convencidos de que yo he cometido un error. Por ejemplo, en la página 11, octavo renglón, aparece la palabra wag (bromista), que en el contexto no tiene ningún sentido. La palabra que correspondía era vag, forma abreviada de vagrant (vagabundo); en este estado, como en muchos otros, un vagrant o persona sin medios visibles de sustento o sin domicilio fijo puede ser aprehendida y recibir treinta días de cárcel. Pero resulta claro que el que lo cambió (a menos que el error estuviera en mi manuscrito) no sabía lo que era vag y lo cambió por wag.

(Raymond Chandler, carta del 1/9/1956 a Roger Machell,
 op. cit., pp. 198-199)



jueves, 19 de abril de 2012

Unamuno y su corrector


Unas palabras —más de cuatro—, mi estimado y paciente colaborador, sobre su función respecto a mis artículos. En los que, ya impresos, suelen aparecer erratas que si son leves, como una de hoy en que aparece resuelve donde escribí revuelve, otras obedecen, me figuro, a no tener a la vista, al corregir las capillas, mis originales y observar ciertas peculiaridades, algunas heterográficas, de este mi dialecto personal que el otro día me dijo Menéndez Pidal que es un super-castellano. Así, un día cuando yo escribí engeño, añadiendo que es voz desaparecida, me pusieron ingenio, que es la actual; otra vez pusieron desesperado donde yo decía desperado; en mi artículo sobre el mozo de la pedrada se me corrigió el melencónico —que es la forma corriente en el campo salmantino— por el oficial melancólico. Y etc.
Le ruego, pues, que tenga a la vista mis originales, ya que es naturalísimo e inevitable que el tipógrafo se deje llevar de lo corriente y lea lo que está habituado a leer. Y no pretendo que se me respeten ciertas peculiaridades heterográficas como escojer, cojer, recojer, lijero, etc. (como acentúo telégrama, y así lo pronuncio).
Y a este caso, le contaré lo que una vez me ocurrió al enviarme segundas pruebas de un libro. En el que yo suprimía ¡claro está! todas esas letras absurdas como las p, b y s de septiembre, obscuro, inconsciencia, suscriptor, etc. Había tachado una p de septiembre, y en segundas pruebas me la vuelven a colar con un marginal “¡ojo!”. Volví a tacharla, y el “¡ojo!”, y en vez de éste, puse: “¡oído!”
Y basta de tiquismiquis gramaticaleros. Procuro escribir con estas patitas de mosca lo más claro posible —aborrezco la mecanografía tanto como la telefonía— y espero que me tolerarán mis dialectismos individuales y hasta mis peculiaridades heterográficas.

(citado por José Martínez de Sousa, Diccionario de tipografía y del libro,
Madrid, Paraninfo, 1992)





miércoles, 18 de abril de 2012

Stephen King y los correctores



Sin darse cuenta de lo que hacía, Paul reacomodó el rostro en una expresión de sincera concentración, que era la que siempre usaba para escuchar a los correctores. Él la llamaba su expresión “¿Qué-puedo-hacer-por-usted-señora?” Esto se debía a que la mayoría de los correctores eran como mujeres que entran en una estación de servicio y le dicen al mecánico que arregle la cosa que está haciendo un ruido bajo el capot o golpeteando adentro del tablero, y que por favor lo tenga listo una hora antes. Una mirada de sincera concentración convenía porque los incensaba, y cuando los correctores se sienten importantes a veces pueden ceder en alguna de sus imbéciles ideas.

(Stephen King, Misery. El riesgo de la fama, trad. de César Aira,
Buenos Aires, Emecé, 1988, p. 115.) 






lunes, 16 de abril de 2012

Chandler y los correctores / 2


Quisiera mencionar un error en este artículo, porque es ese tipo de cosas que nunca puedo entender. Está en el noveno renglón contando desde abajo y dice: “Y no examinemos los resultados artísticos de manera demasiado crítica” (And not examine the artistic result too critically). Lo que yo había escrito era: “Y no examinemos de manera demasiado crítica los resultados artísticos” (And not too critically examine the artistic result). Es obvio que alguien, sin más razón que creer que estaba mejorando el estilo, cambió el orden de las palabras. Confieso que estoy completamente pasmado por la actitud literaria que esto expresa: la suposición, por parte de algún empleadito de la editorial, de que él puede escribir mejor que la persona que envía el material, que tiene un mayor conocimiento sobre la frase, cadencia y ubicación de palabras y que piense realmente que una oración con una sílaba fuertemente acentuada al final —y que precisamente por eso fue puesta allí— puede ser mejorada alterando el orden, de modo que la oración concluya con un cierre adverbial débil.

(Raymond Chandler, carta del 12/12/1945 a Charles W. Morton. En op. cit., pp. 140-141.)


Ver también Chandler y los correctores.


domingo, 15 de abril de 2012

Chandler y los correctores


Le trasmitiría por favor mis felicitaciones al purista que le lee las pruebas y le diría a él o a ella que yo escribo en una suerte de jerga decrépita, que se parece a veces a la manera en que habla un mozo de café suizo, y que cuando divido un infinitivo, Dios lo maldiga, lo divido para que quede dividido, y que cuando interrumpo la aterciopelada suavidad de mi más o menos cultivada sintaxis con unas repentinas palabras en el vernáculo de taberna, esto lo hago con los ojos bien abiertos y la mente relajada, pero atenta. El método puede no ser perfecto, pero es todo lo que tengo. Creo que su corrector de pruebas está tratando, bondadosamente, de hacerme parar sobre mis piernas, pero, agradeciéndole como le agradezco su solicitud, soy realmente capaz de mantener un curso bastante despejado, con tal que tenga las veredas así también como la calle en el medio.

(Raymond Chandler, carta del 18/1/1948 a Edward Weeks, editor de The Atlantic Monthly. En Cartas y escritos inéditos, trad. de Margarita
Bacchella, Buenos Aires, De la Flor, 1976, pp. 84-85.)



Ver también Chandler y los correctores / 2.


Original inglés:

By the way, would you convey my compliments to the purist who reads your proofs and tell him or her that I write in a sort of broken-down patois which is something like the way a Swiss waiter talks, and that when I split an infinitive, God damn it, I split it so it will stay split, and when I interrupt the velvety smoothness of my more or less literate syntax with a few sudden words of barroom vernacular, this is done with the eyes wide open and the mind relaxed but attentive. The method may not be perfect, but it is all I have. I think your proofreader is kindly attempting to steady me on my feet, but much as I appreciate the solicitude, I am really able to steer a fairly clear course, provided I get both sidewalks and the street between. 


Fuente: http://www.lettersofnote.com/2012/04/god-damn-it-i-split-it-so-it-will-stay.html#.T5F2-WeAeKs.twitter


lunes, 21 de marzo de 2011

Taller: Mecanismos de la corrección y edición de textos

TALLER
Los mecanismos (invisibles)
de la corrección y la edición de textos
(Reflexión y práctica)


Docentes a cargo:

Silvia Inés Tombesi: Profesora en Letras (Universidad de Buenos Aires). Enseñó idioma español y literatura hispanoamericana hasta el 2000 en nivel secundario y universitario (CBC). Ha realizado corrección y edición general, y redacción de textos para numerosas editoriales, en especial, con orientación en la pedagogía y la enseñanza, tanto de Lengua como de Ciencias Sociales; “redactora fantasma” y autora con seudónimo. También traduce del inglés, el francés y el portugués, y supervisa traducciones de dichos idiomas al español. Ha sido editora general del sello Saga Ediciones® y de Lumen-México (Grupo Editorial Lumen). Autora de diccionarios de lengua española, de español-inglés, enciclopédicos, y de sinónimos y antónimos, editados y reeditados, en especial, por el Grupo CLASA y Latinbooks, que los distribuye en toda América latina y países de habla inglesa. Con Pablo Valle, creó “La página del corrector”. En 2004, publicó E-mails del cielo para mujeres, y en 2008, Sabiduría de Oriente para negocios.

Pablo Valle: Profesor en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Enseña Semiología y Análisis del Discurso en el Ciclo Básico Común, y Problemas de Literatura Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras.
También fue crítico de cine (en la revista La Vereda de Enfrente), corrector, redactor periodístico, traductor y escritor fantasma. Ha publicado Simulacros (cuentos, 1985), Ángeles torpes (novela, 1995), y tiene dos novelas inéditas, Los crímenes de la calle Barthes (1996) y La carta de Rozas (2001).
Se ha desempeñado hasta la fecha como editor general del Grupo Editorial Lumen. Ahora es editor independiente.
Autor de los libros Guía para preparar monografías (con Ezequiel Ander Egg, varias ediciones) y Cómo corregir sin ofender, este último dedicado a la problemática de la corrección de estilo en todos sus aspectos.

***

Objetivos: 1. Reproducir el proceso de la corrección y la edición del texto redactado o traducido en todas sus etapas, y reflexionar sobre su importancia. 2. Distinguir las diferentes instancias y el contexto en que se realizan la corrección y la edición, para lograr un resultado eficiente. 3. Conocer y aplicar los distintos recursos teóricos y prácticos de que se dispone para corregir y editar un texto.

• Temario: Las acciones y los actores de la corrección y la edición en el proceso de producción de textos.


I. Quién corrige o supervisa.

El perfil del corrector y el editor.


II. Qué se corrige o supervisa.

Tipos de materiales que se presentan al corrector o el editor. El proceso de la edición desde la prueba de galeras hasta el armado para la publicación. Se realizarán la lectura y el análisis de ejemplos “reales”.

II. 1. El caso especial de la corrección o revisión de traducciones.
II. 1. 2. Con el original a la vista.
II. 1. 3. Sin original a la vista.


III. Qué acciones se realizan.

Análisis, descripción y reproducción en el taller, sobre ejemplos “reales”, de las operaciones propias de la corrección, la supervisión y la edición de textos.

III. 1. La corrección de pruebas (proof reading).

III. 2. La corrección de estilo (copy editing, copy-reading, copy reading).

III. 3. La corrección de concepto: la lectura realizada por el experto en la materia que atañe al contenido.

III. 3. 1. Las operaciones del editor: titulación, orden de materiales, disposición, sugerencias para la diagramación, reescritura.

III. 4. La corrección ortográfica automática: en inglés, automatic spelling correction.

III. 5. La corrección del texto armado: verificación del estado del texto después de diseñado por el equipo de diseñadores o “maquetadores”. Particularidades de esta etapa muchas veces conflictiva y frustrante en la corrección del texto.

IV. Dónde y adónde

Diferencias y particularidades del lugar donde se realizan las operaciones de corrección y edición: en planta, free lance, en el mismo país donde se halla el “cliente”, en un país distinto.
1. En la propia oficina (o en el domicilio particular), algo común en las tareas free lance.
2. En una casa editorial.
Diferencias, ventajas y desventajas que se presentan según el lugar donde se efectúa la tarea de corrección o revisión, especialmente a la hora de estipular honorarios y evaluar costos de recurso.
3. En el país donde se recibe el trabajo.
4. En un país distinto de donde se trabaja.
Análisis y reflexión de los puntos 3. y 4. en relación con la remuneración y las diferencias del tipo de tarea para desarrollar.

5. El español “neutro”, ¿posibilidad o utopía? Un factor que debe tenerse en cuenta para tomar decisiones según dónde se publicará el libro.

V. Para quién se corrige o edita.

Descripción del perfil de cliente. Interpretación de su demanda respecto del producto final que pretende. Negociación y consenso.

V. 1. Cuando el editor es el intermediario con el cliente: cómo afinar la comunicación para llegar a buenos términos. Discriminación de tareas.

VI. ¿Por cuánto? El factor “remuneración”.
Planteo y soluciones para cotizar un trabajo, tanto en planta como free lance. Consideración de las variables posibles del material para corregir y editar.

VI. 1. Espacio de discusión para pensar en la necesidad de “institucionalizar” la tarea del corrector y del editor de mesa, de modo de no hacer caer los precios de mercado, hoy realmente devaluados, aceptando trabajos mal remunerados; propuestas de acción al respecto; unificación posible de la cotización.

VII. Cómo se corrige, revisa y edita un texto (a veces, también, el propio…).
Llegamos al meollo de este taller. Consideramos que en el proceso de la corrección y edición influyen todos los factores mencionados en ítems anteriores del temario, pues ellos se superponen y no aparecen en una linealidad cronológica sino que se van dando simultáneamente.

Entonces, analizaremos y presentaremos para la práctica ejemplos de cómo se realiza, de la mejor manera posible:

VII. 1. La corrección en papel (original de autor manuscrito, original de autor tipiado, archivos en Word, primera de armado, segunda de armado, control de vegetales y “ferros”, etcétera). Los signos de corrección: cómo hacer que “todos” los entiendan.
VII. 2. La corrección en pantalla: marcas de corrección, uso del control de cambios (ventajas y desventajas de este sistema).
VII. 3. Los recursos de que dispone el corrector, el revisor o el editor.
VII. 3. 1. Bibliográficos: a. El manual de estilo y el libro de estilo; diferencia entre ambos. Libros específicos para temas específicos (de sintaxis, de gramática, de normativa, de ortografía, de ortotipografía, de diseño editorial, de autoedición, etc.). b. Diccionarios normativos y diccionarios de uso; diferencias y empleo. c. Diccionarios ideológicos y de sinónimos. d. Gramáticas descriptivas y gramáticas normativas: diferencias y empleo. e. Diccionarios en otros idiomas: bilingües, monolingües, de slang, glosarios, de campos semánticos específicos.
VII. 4. De la informática: instrumentos que brinda la tecnología de hoy, desde el correo electrónico hasta los nuevos sitios donde es posible “subir” archivos para evitar el congestionamiento de los correos electrónicos, pasando por el control de cambios, Trados y otros programas útiles. El maravilloso (y peligroso) aporte de Google: cómo aprovecharlo sin caer en errores. Los foros y listas de grupos de discusión sobre el español o las lenguas traducidas al español: importancia y efectividad de la comunicación con los pares. Cómo descubrir los mejores sitios.
VII. 5. La Academia: cuestionamiento de algunas de sus resoluciones que fomentan confusión y discrepancias. Las voces que se alzan contra ella. El “soñado” equilibrio.

En esta parte, utilizaremos “material original”, es decir, trabajos “reales” con correcciones “auténticas” para observar los distintos desafíos a los que se ve sometido el corrector: estado del texto presentado a la corrección, detección “temprana” de textos problemáticas, pro y contra de algunos recursos.
También propondremos reproducir, en el ámbito del taller, el proceso que se describe en este temario.

A quién está orientado: editores de mesa, correctores, correctores de traducciones, traductores, redactores.

Idioma en el que se dicta: español.

Contacto: silvia.tombesi@fibertel.com.ar; silvine.tombesi@gmail.com

(c) Todos los derechos reservados
Silvia Tombesi & Pablo Valle