(Una compañera de trabajo me hizo algunas preguntas para un trabajo práctico; transcribo aquí mis respuestas.)
-¿Qué hace un editor? ¿Cuál es su función?
Varias tareas, de un amplio rango. Selecciona libros para publicar, ya escritos, o los encarga. Diseña (conceptualmente) colecciones en las que puedan incluirse esos libros. Supervisa la escritura y/o la corrección (en ocasiones, también debería confeccionar un “Libro de estilo” propio de la editorial en la que trabaja, si ésta no lo tiene). Colabora (siempre conceptualmente) en las decisiones respecto de títulos, formatos, cantidad de páginas, tipografías, diseño de tapas, etc. Escribe o supervisa la redacción de contratapas y solapas. Es nexo entre los autores y los diseñadores, y luego entre el producto final (el libro) y los vendedores, los encargados de prensa, los libreros, etc.
(También, a veces, se llama editor al dueño de la editorial, pero en este caso sólo cumple las tareas que involucran decisión, y delega las otras a los editores en el primer sentido de la definición, redactores, correctores, etc.).
Editor (inglés editor) puede ser también lo que en castellano se llama compilador, coordinador, director, etc.; es decir, alguien que reúne varios textos en un mismo libro, generalmente junto con una introducción y notas. O quien da forma a un libro clásico, con su respectivo aparato crítico (por ejemplo, editar el Quijote, la Divina Comedia, etc.).
-¿Qué aspectos de su profesión motivan a una persona a querer ser un editor?
Básicamente, la idea, el deseo de “hacer libros”, completos, desde lo conceptual a lo material. (El libro es un extraño objeto de amor, de pasión; fetichista, por supuesto.)
- Cuando Ud. elige esta profesión, ¿tiene en mente ser autor? En general, ¿se elige esta profesión por sí misma o como un paso intermedio para llegar a ser autor?
No es mi caso; soy autor desde antes de ser editor. Pero lo otro supongo que puede darse también, aunque me parece un camino demasiado complicado para llegar a ser autor...
- ¿Cuáles eran sus expectativas al comienzo de la carrera? ¿Cuáles se cumplieron y cuáles no?
Las expectativas tenían que ver con hacer buenos libros (me reservo la definición de lo que sería “bueno” para mí, y no es que lo tenga demasiado claro). Esto sólo se puede cumplir en un porcentaje relativo; a veces los libros son buenos en su contenido pero no en su forma, o al revés; a veces tienen éxito de venta libros que uno detestó hacer, o al revés. Hay de todo.
- ¿Cómo sería el perfil de un perfecto editor? ¿Cuáles deberían ser los factores externos que permitieran el desarrollo de un perfecto editor?
Ay, ay, ¡“perfecto” no hay nada! Contra lo que opinan muchos colegas, para mí el editor debe tener una amplia cultura general y lingüística. Debe saber más que los redactores y los correctores (para supervisarlos bien), y bastante de diagramación también, para saber las posibilidades que hay (ni inventar la pólvora ni pedir imposibles). Conocer el “mercado”, muchas librerías (incluso de viejo, para robar ideas de las épocas doradas de la edición...), muchos autores, tendencias, etc.
Los factores externos van desde una adecuada preparación profesional (teórica y práctica) hasta la estabilidad económica que permita un buen equilibrio entre lo seguro y lo arriesgado. Nada de esto existe hoy.
- ¿Qué se siente cuando se tiene el poder de decidir no sólo cómo va a salir un libro sino que también se tiene el poder de decidir qué es lo que la gente va a leer?
El editor sólo decide una parte (bastante quizás) de la forma final del producto, y casi nada sobre lo que la gente va a leer. Esto lo decide el “mercado”, es decir, la misma gente; una especie de círculo vicioso. La relación con ese supuesto poder cada uno la maneja como puede; yo no tengo tiempo de sentirme con poder.
- ¿Cuál es el límite que divide el error conceptual, la falta de precisión o la claridad del estilo propio de un autor?
El error conceptual no puede formar parte de ningún estilo y no debe ser tolerado. Es la parte más difícil quizás de la tarea del editor, y lo ideal sería que hubiera personal especializado para captar ese tipo de error (hay editores de psicología, de política, etc.). La tolerancia respecto de la falta de precisión o de claridad depende del tipo de libro; ciertos estilos literarios se construyen de esa manera y no pueden ser modificados. En libros de interés general, la claridad es obligatoria.
- ¿Cómo se negocia con el autor?, ¿se debe respetar su estilo aun cuando vaya en detrimento la comprensión del lector?
Depende del libro y del autor. En la gran mayoría de los casos, el autor también está interesado en llegar al lector de la mejor manera posible, pero a veces no está en condiciones ―emocionales o intelectuales― de aceptar críticas o correcciones. El editor debe tener mucha paciencia (y autoridad) para hacerle ver sus errores y la mejor manera de enmendarlos, en función de un objetivo común.
Esto también contesta la segunda parte de la pregunta: el estilo literario debe ser respetado porque es parte integral del valor del libro (en todo sentido).
- ¿El desarrollo o la evolución de una editorial depende exclusivamente del editor?
No, el editor, tal como lo estuve definiendo, es un engranaje más. Los otros (márketing, diseño, ventas, prensa) son tan importantes como él. Por lo menos, en la actualidad. Otra cosa es el editor-empresario; está claro que, en este caso, sin él, no existiría la editorial.
- ¿Qué libro/s famosos “desearía”
poder editar? Y ¿por qué?
Muchos libros, es difícil elegir uno. Seguramente: Cien años de soledad, de García Márquez; La vida breve, de Juan Carlos Onetti; Rayuela, de Julio Cortázar; Pedro Páramo, de Juan Rulfo; Yo, el supremo, de Augusto Roa Bastos (que acaba de morir). Muchos. Sobre todo, latinoamericanos.
- ¿Cuando lee un libro, es posible dejar de lado al editor y ser un simple lector?
Sí, en general sí... salvo que el libro en cuestión esté muy mal editado y forzosamente se me ocurran cambios que haría o hubiera hecho. Más difícil es dejar de ser “corrector” y contenerse de remarcar los errores de los libros que leo "fuera" del trabajo.
- ¿Que puntos importantes se deben tener en cuenta a la hora de elegir un libro para editar?
Eso depende de determinaciones previas y ajenas al editor. Hay líneas editoriales, más o menos amplias, que se deben seguir obligatoriamente. Primero que nada, el libro debe ser o hacerse vendible. Después, hay requisitos de tipo ideológico, por ejemplo. O elementos como la longitud, la claridad, etc. Pero todo lo que sea “formal” se puede arreglar; lo central es que el libro tenga las condiciones para publicarse en esa editorial en particular.
- ¿Qué cree que siente un autor cuando el editor rechaza su libro? ¿Cuáles son los fundamentos apropiados para rechazarlo?
Frustración, claramente. (Es lo que he sentido yo como autor.) El único fundamento que se debería dar es respecto a la no adecuación del libro a la línea editorial. Claro, si el editor tuviera el tiempo necesario, podría ponerse a dar su opinión personal sobre el libro, consejos al autor para reformularlo, etc., pero esto no es del todo correcto. No se trata de un taller literario, y otro editor podría tener otra opinión, muy distinta. Creo que el editor no tiene que ceder a la tentación de un diálogo “pedagógico” con el autor postulante; esto puede volverse interminable o terminar mal.
- ¿Cuáles fueron los momentos más satisfactorios e insatisfactorios de su profesión?
Los más satisfactorios tienen que ver con la elección de un buen libro (bueno para uno) y la posibilidad de seguir el proceso de su producción hasta que esté “en la calle” y sea leído, más o menos, por el público. Tener que editar libros “malos” o meramente comerciales, o muy mal escritos desde el origen, es insatisfactorio, frustrante. Que un libro en el que uno puso mucho trabajo salga con errores (por apuro, por ineficacia de otros) también es malo. O que no sea suficientemente difundido.
Muchos libros, es difícil elegir uno. Seguramente: Cien años de soledad, de García Márquez; La vida breve, de Juan Carlos Onetti; Rayuela, de Julio Cortázar; Pedro Páramo, de Juan Rulfo; Yo, el supremo, de Augusto Roa Bastos (que acaba de morir). Muchos. Sobre todo, latinoamericanos.
- ¿Cuando lee un libro, es posible dejar de lado al editor y ser un simple lector?
Sí, en general sí... salvo que el libro en cuestión esté muy mal editado y forzosamente se me ocurran cambios que haría o hubiera hecho. Más difícil es dejar de ser “corrector” y contenerse de remarcar los errores de los libros que leo "fuera" del trabajo.
- ¿Que puntos importantes se deben tener en cuenta a la hora de elegir un libro para editar?
Eso depende de determinaciones previas y ajenas al editor. Hay líneas editoriales, más o menos amplias, que se deben seguir obligatoriamente. Primero que nada, el libro debe ser o hacerse vendible. Después, hay requisitos de tipo ideológico, por ejemplo. O elementos como la longitud, la claridad, etc. Pero todo lo que sea “formal” se puede arreglar; lo central es que el libro tenga las condiciones para publicarse en esa editorial en particular.
- ¿Qué cree que siente un autor cuando el editor rechaza su libro? ¿Cuáles son los fundamentos apropiados para rechazarlo?
Frustración, claramente. (Es lo que he sentido yo como autor.) El único fundamento que se debería dar es respecto a la no adecuación del libro a la línea editorial. Claro, si el editor tuviera el tiempo necesario, podría ponerse a dar su opinión personal sobre el libro, consejos al autor para reformularlo, etc., pero esto no es del todo correcto. No se trata de un taller literario, y otro editor podría tener otra opinión, muy distinta. Creo que el editor no tiene que ceder a la tentación de un diálogo “pedagógico” con el autor postulante; esto puede volverse interminable o terminar mal.
- ¿Cuáles fueron los momentos más satisfactorios e insatisfactorios de su profesión?
Los más satisfactorios tienen que ver con la elección de un buen libro (bueno para uno) y la posibilidad de seguir el proceso de su producción hasta que esté “en la calle” y sea leído, más o menos, por el público. Tener que editar libros “malos” o meramente comerciales, o muy mal escritos desde el origen, es insatisfactorio, frustrante. Que un libro en el que uno puso mucho trabajo salga con errores (por apuro, por ineficacia de otros) también es malo. O que no sea suficientemente difundido.
Muy bueno Silvia. Un beso.
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