lunes, 23 de julio de 2012

La errata, de Emilio Frugoni


Es un duende maligno y solapado. Salta
en medio de las frases que el ingenio combina,
con una terrible voluntad asesina
hunde en plena belleza el puñal de una falta.

La construcción magnífica del pensador asalta.
Al globo del estilo clava traidora espina.
Y en el concierto mágico del verbo desafina
emitiendo una nota perturbadora y alta.

Es incansable artífice a golpes de martillo
y de cincel ilustra su castillo encantado,
y él de un papirotazo desbarata el castillo.

En el cáliz del numen su ponzoña deslíe
y en el templo de Apolo, tras el dios colocado,
con una mueca infame, grotescamente, ríe.




Emilio Frugoni 

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